Día 2 Novena Santo Tomás de Aquino

ORACIÓN INICIAL:
Ven Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, Espíritu de verdad y de amor. Ven a habitar mi memoria, ven a iluminar mi inteligencia, ven a fortalecer mi voluntad. Condúceme a la verdad plena, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Lectura bíblica del segundo día:

“Yo estoy junto a la puerta y llamo, si alguien oye mi voz y me abre, entraré a su casa y cenaremos juntos” Apocalipsis 3, 20

Siendo muy joven, santo Tomás fue a Nápoles a estudiar gramática, dialéctica, retórica y filosofía. Acostumbraba a ir a rezar en diversas iglesias y hacer el bien a los pobres. En Nápoles, Dios le manifestó su vocación. Sus padres deseaban verlo benedictino, abad o arzobispo, sin embargo, el Señor le trazaba un camino diferente. Era en la Orden de los Predicadores de santo Domingo donde la gracia habría de tocarle el alma. Santo Tomás descubrió en los dominicos el carisma con el cual se identificó por completo.
Cuando su madre supo de su intención de continuar su formación dominica, mandó a sus hermanos para que lo atraparan con la intención de hacerlo abandonar sus propósitos, pero sus esfuerzos fueron en vano, por lo que lo encarcelaron en el castillo familiar. En completa soledad, santo Tomás pasó allí dos años que fueron aprovechados en profundizar las vías de la contemplación y del estudio. Los frailes dominicos lo acompañaban espiritualmente a través de oraciones.

Pedir la gracia que se desea alcanzar rezando esta novena.

Padre Nuestro
Ave María
Gloria

ANTÍFONA:
¡Oh Santo Tomás, gloria y honor de la Orden de Predicadores! Transpórtanos a la contemplación de las cosas celestiales, tú que fuiste  maestro soberano de los sagrados misterios.
Ruega por nosotros, Santo Tomás.
Para que nos hagamos dignos de las promesas de Jesucristo.

ORACIÓN FINAL
Señor, que inspiraste a santo Tomás de Aquino para que usando su inteligencia iluminara las mentes de los creyentes con el fruto de su reflexión teológica, te pedimos que, a ejemplo suyo, crezcamos en el conocimiento del único Dios verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.